En 1990, Evelyn Schreiner sabía que quería ser ingeniera agrónoma. Pero, por aparte, había algo que la empujaba todavía más. “Yo lo veía a mi hermano y a sus compañeros, que estaban ya egresando de la Escuela de Agricultura, y me deslumbraba la excelencia académica. Me parecía injusto que, por el sólo hecho de ser mujer, no pudiera acceder a ese mismo nivel de enseñanza. Entonces insistí para inscribirme”, relata.
En la Agricultura, ni en ninguna otra escuela preuniversitaria del país, había enseñanza mixta, y casi todas eran exclusivamente de varones. Pero en los estatutos de la Universidad Nacional de Tucumán no existía cláusula que impidiera el ingreso de mujeres, ni que la discriminara por razón alguna en sus aulas. “Ni mi hermano ni mi mamá (que de hecho tenía campo) querían que yo ingresara. Tampoco los amigos de mi hermano, porque consideraban que iban a tener que cuidarme como a una hermana adentro de la escuela. De ninguna manera fue así: jamás sufrí una falta de respeto”, asegura la primera ingresante de la EAS.
Evelyn transcurrió sus cinco años en la escuela de sus amores, pero al llegar al final del trayecto, se decidió por estudiar abogacía. “Realmente el campo laboral de las ciencias agrarias, para las mujeres, se cerraba a la docencia o a la investigación. Yo quería trabajar la tierra, subirme a un tractor, dirigir un campo. Quería eso, o nada. Y en verdad no estaba el terreno preparado para que una mujer hiciera esas tareas. Creo, con mucho pesar, que aún hoy no está preparado”, lamenta.
De ninguna manera Evelyn (radicada actualmente en Córdoba) vive su experiencia como una frustración. Considera que su paso por la EAS le ha dejado muchísimo. “Por un lado, la escuela me enseñó a estudiar y a relacionarme con docentes y directivos como si fueran pares, es algo muy típico de las escuelas preuniversitarias. Y también me ha dejado un título, en mi caso de Perita Agraria, una poderosa herramienta que me habilita a trabajar en todo el mundo. Tengo compañeros, muchos, que no pudieron continuar con una carrera universitaria y que, sin embargo, lograron posicionarse en las primeras líneas de la industria y de los campos con sus títulos de la EAS. De hecho, diría que tengo más campo laboral en el mundo como egresada de la escuela que como abogada”, finaliza.